sábado, 29 de octubre de 2016

Polémica entre ingenieros militares y arquitectos

Hasta la segunda mitad de 1909, fecha en que se instala en Melilla Enrique Nieto, no empieza la polémica entre arquitectos e ingenieros, con anterioridad a esto, todas las obras estaban realizadas por ingenieros militares y excepcionalmente por otros de caminos y canales.

Desde 1928 el nuevo y recién llegado arquitecto municipal, Mauricio Salvo Millán, también entraría en polémica profesional con algunos ingenieros. Éste informó: "todas las obras firmadas por el ingeniero D. Luis García Alix carecen en absoluto de dirección facultativa porque ese señor se limita a firmar planos, que no hace, sin ocuparse para nada de las obras y en este caso como en otros el propietario con un albañil hacen las obras sin tener para nada en cuenta el plano que no entienden, o como en este caso sin plano alguno lo cual disculpa en cierto modo los efectos", "no siendo justo que pague el propietario culpas de un técnico que cobra la dirección y no la hace" (ejemplo Casa de Ramón Castilla Caballero en la calle Valcárcel nº 44). A su vez el técnico denunciaba a la Junta de Arbitrios que había redactado un proyecto y que no se le había encomendado la dirección facultativa.

Esos mismos días, Enrique Nieto intenta de nuevo conseguir la exclusión de ingenieros de las obras particulares pero Mauricio Salvo, de una manera absolutamente sorprendente, informó en sentido negativo. Jalvo le reconocía a Nieto la razón legal, pero considera que acceder a sus peticiones y al ser éste el único arquitecto activo (él por entonces no trabajaba en el ámbito privado) sería una exclusiva en su favor y "del total de licencias solicitadas, sólo corresponden al Sr. Nieto una parte y las otras vienen firmadas por ingenieros de diferentes especialidades". Al parecer de Jalvo la petición era justa, pero la exclusiva no, por lo que informó que debería seguir permitiéndose la firma de ingenieros en proyectos privados.

Finalmente, una R.O. de febrero de 1929, dictaba que la formalización de planos y proyectos de edificación en Melilla eran la exclusiva competencia de arquitectos y no de los ingenieros. La Sociedad Central de Arquitectos había terciado a favor de la práctica profesional de sus asociados; los últimos coletazos al respecto los realizaría el ingeniero de Minas Luis García Alix, muy activa por estas fechas, y que solicitaría poder terminar las obras que llevaba a cabo, lo que se le concedió. Terminaba por entonces el ciclo de la arquitectura realizada libremente y se imponía en Melilla la exclusividad para los arquitectos, normalizándose en este sentido con respecto al contexto nacional.

Francisco Herranz Martínez, destinado a la ciudad de Nador como arquitecto de Construcciones Civiles del Protectorado, empezó a realizar proyectos particulares en Melilla desde 1929, y cuando Jalvo se fue de Melilla, quedó éste junto a Enrique Nieto como único arquitecto de la ciudad. El Real Decreto 23 de febrero de 1924, obligaba a que todo arquitecto municipal que se dedicara a trabajos particulares (caso de Nieto) contara con el permiso del municipio y su proyecto debáis ser revisado por otro arquitecto de la ciudad. Esta norma obligaba a que todos sus proyectos particulares debían ser revisados por Herranz, lo que ciertamente no debía agradarle, circunstancia que seguiría sucediendo hasta la partida de éste último a Tetuán en 1936.

En 1934 todos los trabajos de arquitectura se repartían entre dos arquitectos, Enrique Nieto y Francisco Herranz, un total de 334 proyectos, de ellos 69 de obra nueva y 221 reparaciones o modificaciones de edificios. Enrique Nieto realizó sin contar obras menores, no menos de 1000 proyectos entre 1909 y 1954, en los primeros once años certificó 102 (69 de obra nueva y 33 de ampliación o reforma). Por otro lado, Emilio Alzugaray durante quince años, entre 1906 y 1921, realizó 113, Droctoveo Castañón en cinco años entre 1906 y 1911, 33 y su hermano Carmelo entre 1905 y 1910 otros 23; Eusebio Redondo entre 1904 y 1911 realizaría 62 proyectos; Luis García Alix entre 1911 y 1929 107; Francisco Herranz Martínez entre 1929 y 1936 un mínimo de 142; José González Eso entre 1928 y 1933 35 y Mauricio Jalvo Millán entre 1928 y 1932 107 proyectos. Estos datos revelan una actividad frenética en la construcción de la ciudad.

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